MANUEL ORTEGA ROMERO
viernes, enero 27, 2012
  Frikis
Cuesta creer que esta sea una película de la “Metro”. La soberana de las “majors”, con esa línea conservadora y amable dirigida a toda la familia, no era el vehículo más adecuado para dar lustre a una “rara avis” como “Freaks” (Mayer mandó, tras su estreno, retirar de todas las copias el logotipo de la MGM).
Esta película es un cuento cruel que deriva, hasta sumergirse, en el terror. Lo maravilloso de Tod Browning es que siguiendo al pie de la letra el clasicismo del terror, lo trastoca completamente para darnos una película de una modernidad asombrosa.
El terror nace de lo raro, de ese hecho excepcional que se vuelve intruso en la rutinaria normalidad. Esta regla básica presente en todas las películas de terror es aquí seguida al pie de la letra; sólo que en “La parada de los monstruos”, lo excepcional no son los “freaks”, sino la “normalidad” de la belleza y la fuerza de Cleopatra y Hércules, pues ellos son los anormales dentro de esta trouppe de “freaks”.
Así esta historia se desarrolla en dos partes casi simétricas: la primera parte, que podemos definir de cruel, mostraría la humillación de la belleza a la fealdad; la segunda, la terrorífica, desarrollaría la humillación de la fealdad a la belleza; pero con una pequeña diferencia: mientras que en la primera parte lo monstruoso se agazapa en lo bello (todas las humillaciones y el plan para asesinar y quedarse con la herencia); en la segunda, lo monstruoso es mostrado como un acto contra la crueldad de esa belleza que los ha excluido y marginado, tomando la venganza como un acto de hermandad.
Es curioso como Browning presenta estos dos mundos. Mientras que el de la fealdad tiene algo de paraíso perdido (la bellísima secuencia de presentación los “freaks” jugando en el bosque), el de la belleza está presentado desde la avaricia (Cleopatra y Hércules humillando al enano bien de palabra –“renacuajo”, “cagadita de mosca”, le llegan a llamar-, o por obra: Cleopatra esperando que el enano le ponga la bata); pero más magistral es cómo presenta el terror.
De nuevo el terror no surge por la naturaleza de estos “freaks”. La modernidad de Browning nos aclara que el terror es una cuestión de mirada… Puede que la normalidad domine la vida, o el aire como en el caso de la trapecista, pero el suelo, el suelo pertenece a los “freaks”… y es desde esa mirada baja desde donde controlarán toda la puesta en escena que a partir del banquete de bodas transformará la existencia de Cleopatra y Hércules en un tormento.
“Freaks” es una película extraña, fascinante, de una poética insólita. Una obra maestra excepcional e irrepetible.

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